Tiempo, prisa.

       Está comprobado que no tenemos tiempo, nunca disponemos del suficiente para hacer todo lo que queremos. Nuestra vida corre, y nosotros tratamos de hacerlo más que ella. Hagamos lo que hagamos siempre estamos pendientes de la hora, y nunca quitamos un ojo del reloj de pared, o de la pantalla del teléfono para comprobar que dispongamos del tiempo suficiente para lo siguiente que hagamos.
      La cosa es así: vivimos con prisa. Madruga, aséate, vístete, desayuna, prepárate y sal de casa. Vuelve, haz los trabajos, recoge la casa, cocina, reuniones, quedadas, eventos ocasionales como cumpleaños o festejos... ¡No tenemos tiempo para hacer nada!  Nunca es suficiente, y por eso estamos empeñados en ir más rápido que el movimiento de las agujas. Pero ni somos capaces de hacerlo ni nos conviene.Porque, ¿qué bien hay en estar más pendiente de la hora que es que de lo que queremos o necesitamos? Ninguno, no hay bien en ello.
      Especialmente los españoles, y está demostrado, vamos a mayor velocidad de la que somos capaces, por lo que eso nos perjudica, y a eso hay que añadirle el hecho de que incluso así parece no llegarnos para todo, y eso provoca estrés en la gente. Sobre todo, lo veo en los estudiantes, y me incluyo entre ellos. Pero no solo en ese grupo; en clase también hay muchos profesores, en especial ahora con el final de trimestre, que nos dices "Bueno, no me voy a entretener que no tenemos tiempo". Y encima, nos falta para hacer cosas con las que, muchas veces, no estamos bien o que no nos gustan.
      ¿Es que tenemos que tener una vida acelerada para poder acabar con todo aquello con lo que realmente no queremos ocupar nuestro tiempo? En más de una ocasión deberíamos ser capaces de detenernos y descansar, ver todo lo que se nos pasa por correr tanto. Vivir con más calma, vamos. ¡Eso es lo que nos hace falta, no disponer de más tiempo! Tenemos que aprender a respirar y tomar las cosas con más paz y calma en esta alocada carrera.