Hablar.

Yo escribo. Escribo mucho. Tengo este blog, también escribo un libro, y muchas otras en cuadernos que encuentro por ahí, aunque hay muchas cosas que dejo a medias, sin terminar. Y es que escribir para mí es como una válvula de escape, un medio por el que me puedo relajar y desahogar. Y es que es la mejor forma que encuentro para expresarme. No es que sea mala hablando, pero el don de la oratoria no está en mí, lo admito. Puede que sea capaz de dar buenos consejos, o de ayudar a la gente con sus dudas, pero desde luego, cuando se trata de explicar lo que siento, lo que quiero, lo que necesito, lo que me gusta, entonces lo haré mucho mejor escribiéndolo que diciéndolo. Y es que hablando se me apoderan los nervios, me cierra la garganta, aceleran mi pulso, y las palabras se van de mi mente, de forma que luego no sé qué decir. Pero no escribiendo. De esta forma me siento tan cómoda como si lo llevase haciendo toda la vida, desde niña, aunque lo cierto es que empecé ya tarde a escribir, por 2013 o así. Pero bueno, mejor tarde que nunca. En fin, el caso es que hay muchas veces que intento decir algo a alguien, y si se trata sobre mí misma, entonces es mejor que lo escriba, pues no sé a veces expresarme de forma oral tanto como me gustaría. Mucha gente me dice que solo es cuestión de acostumbrarse, y es posible, pero estoy segura de que siempre seré más capaz de expresarme por escrito que de forma oral. Tal vez lo que debería hacer también sería pensar las cosas como si lo fuese a escribir y luego, simplemente, decirlo. Sí, podría ser una salida...